Con tu sonrisa a la deriva


Con la armadura puesta, para aguantar los golpes y la espada empuñada, para defenderte de la locura, me presenté en aquella familiar prisión de pijamas azules y batas blancas. Había pasado mucho tiempo, pero aquellas rejas descascarilladas seguían escondiendo el infierno de la mente.

Sin localidades

La vida es un ensayo del que nunca se estrena la obra.

Pensamientos del metro

El señor de pelo blanco: Qué ganas tengo de llegar a casa y tumbarme en el sofá.
 

La mujer del carrito de la compra: Cada día está más caro el pescado, mañana les pongo huevos, total no lo valoran.

Yo estoy a favor de la discriminación


Soy una mujer blanca, española, de 39 años y de clase media. Estas son algunas de mis etiquetas con las que poder discriminarme ¿Para qué sirven si no las clasificaciones sociales más que para satisfacer la antropológica necesidad de pertenencia “al grupo” y poder discriminar a los miembros de otros grupos diferentes al nuestro?

Mírate, siendo mujer

Mírate, siendo mujer. Luchando cada día por defender algo que es tuyo, mientras la mitad de la población espera de ti una mamada. Pero no te importa, porque en realidad ese es tu único deseo y sacrificas tu vida por aparecer deseable en las redes sociales, la portada de una revista o en la oficina.

Me gustan las mujeres


Me gustan las mujeres que ríen lujuriosamente, con la boca abierta y sin temores. Las que son capaces de subirse a unos tacones y gobernar el mundo o calzarse unas deportivas y correr para salvarlo.

Esto no es un volver

Fíjate qué cosas, casi ni recordaba dónde había puesto las llaves de este sitio pero al final, después de mucho buscar, han aparecido en un viejo baúl lleno de polvo y recuerdos.